Neï

Tengo la sensación de que siempre he sentido que mi lugar estaba junto a los niños/as, quizá desde que yo era una niña también. Puede que quisiera permanecer siempre en esa etapa, conviviendo con la pureza, la intensidad y la magia que caracteriza a la infancia.

Es por ello, por lo que decidí estudiar aquello que pensaba, me acercaría a estar con los niños/as. Hice el grado de Maestra de Educación Infantil, y al acabar quise completarlo con el ciclo superior, más enfocado en la etapa de 0 a 3 años. Además no cansada de formarme, continué con un Máster en Investigación e Innovación Educativa, puede que con el objetivo de mejorar la educación, tener más en cuenta a los niños/as, sus necesidades, motivaciones e intereses.

En mi camino hacia la búsqueda de aquello que parecían utopías educativas, encontré verdaderas maravillas, que lejos de ser utopías eran totalmente reales. Conocí la Educación Respetuosa, la Crianza consciente, las pedagogías activas y alternativas… y a muchas personas inspiradoras que me hicieron construir nuevos principios y valores de vida. Maravillas que siento me acercaron de verdad a conectar con los niños/as, y sobre todo a conectar y sanar a mi niña interior, para poder ofrecerme y ofrecer amor incondicional. Al mismo también viví experiencias profesionales con niños/as no tan satisfactorias, de las cuáles aprendí qué cosas sentía que quería transformar y cambiar.

Soñaba con crear mi propio espacio. Algo pequeñito, cercano y acogedor. Un espacio en el que acompañar a un grupo de niños/as reducido, que me permitiese estar presente y disponible por y para ellos. Satisfacer sus necesidades en todos los niveles, sobre todo a nivel emocional. Proporcionarles el afecto, los cuidados y la seguridad imprescindible para una vida sana y equilibrada.

Por ello llegó un día en que decidí dejar el trabajo que tenía en ese momento. Trabajaba con niños/as, pero sentía que las condiciones, no siempre me permitían acompañarlos/as y atenderlos con la calma necesaria para cada momento. Necesitaba por tanto, tomarme un tiempo para descansar, reflexionar y organizar mis ideas. Quería conocer las diferentes posibilidades y opciones, para ser parte de esa utopía posible. Quería sumergirme en la transformación.

Y justo cuando tomo esta decisión, otra que había tomado no mucho tiempo antes dio su fruto. Estaba embarazada. Me pareció que todo había encajado a la perfección. Ese tiempo que necesitaba y me iba a tomar, sería la transformación que tanto deseaba, la mayor que había vivido hasta ese día. La maternidad.

Así que mi proyecto de espacio comenzó en mi casa. Tratando de adaptarla a mi bebé y sus necesidades. Poniendo en práctica todo lo que había aprendido hasta el momento, sin parar de formarme y transformarme para acompañarla de la forma en que ella merece y necesita.

Y ahora, abro las puertas de mi hogar para acompañar y cuidar a quien lo necesite. He aquí mi pequeño espacio, cercano y acogedor, por y para los niños/as y las familias que así lo deseen. He aquí La Casa de Neï, un hogar dónde crecer.

Por cierto, yo soy Nerea Andreu García (Neï), madre de día, es un placer.